Biden, Tai y la guerra arancelaria fallida de Trump
Una continuidad silenciosa
La perspectiva de una “doble penalización”, es decir, el aumento de los aranceles y los impuestos a los buques y operadores chinos en Estados Unidos, hunde los mercados de tarifas de flete en un estado errático y vacilante.
Desde el inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China bajo la administración de Donald Trump, muchos analistas vaticinaron que el cambio de gobierno en implicaría una reorientación estratégica. Sin embargo, el “Informe sobre la estrategia de China para dominar los sectores marítimo, logístico y de construcción naval”, liderado por Katherine Tai, la Representante de Comercio de la administración Biden, muestra algo inesperado. Más que una ruptura, lo que vemos es una continuidad silenciosa. La base conceptual de la ofensiva arancelaria de Trump encuentra respaldo técnico y legal en los argumentos esgrimidos ahora por el equipo de Biden. En esencia, el conflicto comercial se ha institucionalizado.
Este informe, desarrollado bajo el amparo de la Sección 301 del Trade Act de 1974, acusa a China de dominar los sectores marítimo, logístico y de construcción naval mediante prácticas estatales, subsidios ocultos y una estructura económica incompatible con los principios de mercado. Y aunque el tono es más técnico que el de Trump, el espíritu es el mismo: denunciar a China como una amenaza sistémica, “China ha tomado ventaja de los Estados Unidos”.
La tabla siguiente muestra una comparación de cómo la narrativa y la acción comercial de la era Trump sobreviven bajo otro ropaje ideológico:
El informe de Tai estructura lo que Trump denunció con vehemencia, pero sin base legal: que China no compite, sino que impone un modelo de dominancia apoyado en el aparato estatal.
Sin embargo, este informe tiene errores significativos:
1. Confusión entre dependencia económica y coerción geopolítica: El informe presume que toda dependencia es una vulnerabilidad, sin matizar ni considerar mecanismos de diversificación que las propias empresas pueden manejar.
2. Diagnóstico basado en conjeturas y fuentes incompletas: Muchos datos sobre el control logístico chino o la reinversión de beneficios en capacidad militar carecen de evidencia directa y se apoyan en estimaciones u opiniones de terceros.
3. Ausencia de autocrítica o análisis introspectivo: No hay menciones a los errores industriales o políticos de EE. UU., ni estrategias internas para mejorar la competitividad más allá de las sanciones.
4. Repetición argumentativa sin nuevas propuestas: El informe cae en un bucle de acusaciones sin plantear alternativas realistas para el fortalecimiento logístico o naval norteamericano.
5. Desconexión con la realidad global: Ignora que muchos países desarrollados también comercian con China bajo régimen de interdependencia, sin crisis de soberanía.
En lugar de proponer una estrategia industrial basada en innovación, alianzas y eficiencia, el informe bien podría haber vaticinado una guerra comercial que, lejos de frenar el ascenso chino, ha generado efectos adversos para EE. UU.
Al documento liderado por Tai se suman otras políticas y medidas que han deteriorado la competitividad estadounidense:
1. La continuidad de los aranceles a productos chinos ha encarecido insumos para la industria local.
2. La Ley Jones, de 1917, que obliga a usar barcos construidos, operados y registrados en EE. UU. para el comercio entre puertos estadounidenses, eleva artificialmente los costos logísticos internos.
3. Los nuevos impuestos y regulaciones sobre barcos chinos en puertos estadounidenses han generado retaliaciones comerciales, desincentivando rutas y aumentando costos para exportadores locales.
Este enfoque de triple proteccionismo, más que fortalecer a la industria naval o logística, ha tenido el efecto contrario: aumentar los costos operativos, reducir la inversión extranjera directa en infraestructura, y ralentizar la modernización de puertos.
Para finalizar, dejemos que la conclusión nos la den los directores ejecutivos de las principales empresas de transporte marítimo quiénes se reunieron hace unos días en Long Beach, California, a partir del informe de Jérôme de Ricqlès experto en comercio marítimo, donde señala que “advirtieron unánimemente que la doble sanción propuesta —aranceles a los productos chinos más un impuesto a los buques de fabricación china— sería una carga excesiva para los consumidores y exportadores estadounidenses a largo plazo, ya que resultaría profundamente inflacionaria. El enfoque transaccional en el comercio global ha llegado para quedarse, trayendo consigo toda la inestabilidad que conlleva.”