“¿Más protestas? Ciudadanía es más que ir a votar...”
Publicado en la Revista Turbulencias en Diciembre 2020 como “La indignación social puede crecer este 2021”
Las manifestaciones de los últimos tiempos en Latinoamérica, incluso durante la pandemia Covid-19, evidencia que la polarización de posiciones antagónicas en la sociedad se amplía, y existe una mayor desconexión humana en la que fácilmente demonizamos al otro, lo etiquetamos y descalificamos como de izquierda, derecha, radicales… La desconexión de los parlamentos (congresistas, diputados, senadores, asambleístas) con el sentir de la población, el abuso del poder político y del poder económico alineado a la corrupción genera indignación en la población. La crisis económica, más la desigualdad económica y social, también genera indignación porque la gente se siente excluida, el interés y necesidad del sentido de pertenencia no es satisfecho, y algunos consideran que solo unos pocos se beneficiaron del sistema.
Existe desconfianza en las instituciones y las personas se sienten vulnerables. La democracia es frágil. La frustración y el desencanto es fácilmente manipulable, el resentimiento de las masas puede quebrar el tejido social y la moral de la sociedad, y aparece el populismo autoritario antidemocrático que puede tomarse el discurso de reforma del sistema. Cuando la población siente que fue manipulada, ignorada o engañada, la indignación crece, y si este trato viene de quien parece tener más poder, la indignación crece aún más. Este panorama continuará en el 2021. ¿Queremos continuar con esta interacción y polarización posicional?
La población necesita ser escuchada. No es constructivo ni positivo para la democracia polarizar asuntos con un simple a favor o en contra de posiciones, sin primero tener un claro entendimiento y comprensión de los intereses, las preocupaciones, los deseos, los temores y las aspiraciones de los involucrados. Para construir legitimidad social debemos escucharnos para entendernos y dialogar para consensuar. Debemos involucrarnos en conversaciones genuinas y dignas, basadas en intereses y no en posiciones (demandas o exigencias), debemos ser más inclusivos, participativos y enfocarnos en la solución conjunta de problemas. Si los mecanismos institucionales para canalizar los intereses –preocupaciones, necesidades y aspiraciones– de la población no son percibidos como confiables o legítimos, se deben crear nuevos mecanismos y procesos para escuchar múltiples intereses, generar mutuo entendimiento y colaborar en democracia. Para lograr esto se podría utilizar el Proceso de Construcción de Consenso con enfoque de beneficios mutuos para lograr legitimidad social y generar política pública concertada. Ciudadanía es más que ir a votar, es comprometerse y ser responsable para que la democracia funcione para todos, y el Estado debe escuchar todas las voces para generar confianza, prevenir conflictos y fortalecer la democracia.