Todos los meses hay en Jaén casos de niñas que ingresan a la atención psicológica por trastornos psicológicos. Normalmente las llevan sus madres. Han desarrollado personalidades múltiples, depresión, comportamientos violentos u otros síntomas graves. Comienzan así el proceso de una atención ambulatoria que nada resuelva. Si, ¡nada resuelve!

La mayoría de estas niñas viven en hogares donde son constantemente abusadas y sometidas frente a la pasividad de sus madres. En algunos casos es el padre, en otros el padrastro, en otros el tío. También hay casos de niños aunque estos son más difíciles de conocer. Esta realidad no es exclusiva de Jaén, se da en todo el Perú y en todas las clases sociales.

Las madres no denuncian por temor a dejar de recibir algún dinero, por temor a que esta persona las deje o simplemente no quieren creen ni aceptar lo que pasa. La hija es la que está mal para ellas, por eso la llevan al centro de salud. Allí son diagnosticadas y tratadas muchas veces con medicinas que las atontan. ¿Creen que esto las ayudará de salir de este infierno? ¿Acaso las reacciones que muestras no son una forma de tratar de protegerse ellas mismas en su propia casa?

Muchas veces en los colegios detectan estos problemas. Pero la reacción es frecuente: "No te metas" "Al final la perjudicada vas a ser tu" "La familia te va a denunciar a ti". Los colegios son en su mayoría cómplices del infierno de estas niñas. Allí donde una profesora quiere levantar la voz, otras tres le aconsejan que no lo haga.

La comisaría y la fiscalía son otro problema. No están preparadas para atender estos casos y terminan siendo cómplices. Son los más aleccionadores para decir: "No te metas". En muchos casos todo se vuelve una dicotomía: denunciar o no denunciar. Cuando muchas veces denunciar no resuelve nada. 

En los hospitales las menores son tratadas como enfermas aun cuando es evidente que están haciendo todo lo que les es posible para defenderse. Doctores, psicólogas, enfermeras... "no te metas".

Ni el sistema policial - judicial, ni el sistema de salud ayudan a las menores que son violadas, muy por el contrario: con cómplices. Las menores que están atrapados en un sistema donde su familia, la policía, los jueces, los doctores, los profesores, los directores de colegios y los psicólogos son espectadores pasivos de su infierno.