¿Cómo hacemos para que nuestro desarrollo permita conservar nuestros ecosistemas en vez de destruirlos? ¿Para proteger nuestra diversidad biológica en vez de aumentar su riesgo de desaparición?

Una de las tendencias es invertir en proyectos que permitan mejorar las partes altas de las cuencas para evitar la erosión. Estamos hablando de reforestar. ¿Pero qué de nuevo hay en eso? ¿Acaso el Programa Nacional de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Conservación de Suelos (PRONAMACHCS) ya no hacía este tipo de inversiones desde la década de los 80?

¡Cuidado! Muchos de los proyectos que se hicieron para mejorar las zonas altas de la cuenca no fueron sostenibles. Y no solo eso, empeoraron la situación que pretendían mejorar. La Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) es una nueva estrategia, dentro de un conjunto, que permite asegurar inversiones sostenibles, que nos ayudan a enfrentar el cambio climático (CC), cuidar los ecosistemas y su diversidad biológica.

Hace unas semanas atrás tuve la suerte de facilitar el taller sobre Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) organizado por la cooperación alemana (GIZ) para un proyecto nuevo cuyo financiamiento acaban de aprobar. Muchas funcionarios piensan que AbE es un nombre nuevo para lo que ya vienen trabajando: proyectos verdes o simplemente sostenibles ambientalmente. Pero AbE es mucho más.

El proyecto de montaña, concluido el año pasado y presentado por Edith Fernández Baca, sugirió 7 criterios que nos pueden ayudar a identificar cuándo se trata de un proyecto AbE. Estos criterios son:

Uno de los factores claves del éxito es el involucramiento de la población en el proyecto para darle sostenibilidad. Es decir, como la población local invierte su tiempo y recursos para llevar adelante el proyecto. 

La participación es quizá el mayor reto de cualquier proyecto que busque la sostenibilidad. Como todo proceso de construcción de confianza requiere de tiempo. Muchas veces los proyectos llegan a zonas pobres donde las poblaciones están cansadas de recibir a citadinos que trabajan y no dejan nada; y los regalos tampoco ayudan dar sostenibilidad. 

Nuevamente, las lecciones aprendidas de este proyecto refuerzan la necesidad de que los propios vecinos puedan dialogar y analizar sus propias experiencias. Así, las organizaciones locales son vitales para darle fuerza a cualquier iniciativa y nutrirla del conocimiento local.  

Este proyecto se desarrolló en la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas. La única reserva de este tipo a pocas horas de Lima, ¡Vaya mañana! Y si pasa por las comunidades de Canchayllo, Tanta o Miraflores deténgase, y pregunte a los pobladores locales si conocen el proyecto de manejo de pastos y agua, conservación de los humedales y pastoreo. ¿Quizá aprenderá con ellos la parte humana del paisaje más hermoso que haya visto?